La naturaleza siempre nos ofrece sonidos. Por ello, el silencio absoluto no existe. Si te fijas, todo lo que nos rodea vibra al moverse o al entrar en contacto con otros cuerpos. La vibración se propaga mediante ondas a través del aire, del agua o de otro medio. Nuestro oído detecta esas ondas, identifica sus cualidades y crea una sensación auditiva en el cerebro. Cualquier sonido que escuchamos tiene cuatro cualidades: duración, timbre, altura e intensidad.